En El Consultorio, Padecimientos comunes - Por Dr. Ildefonso López Sandoval
La fiebre tifoidea es una enfermedad infecciosa sistémica que se caracteriza porque el paciente presenta fiebre elevada y síntomas abdominales causados por la infección de la bacteria Salmonella Typhi.
La fiebre tifoidea afecta a todos los grupos de edad, con mayor incidencia en:
Puede originar complicaciones graves como son la perforación intestinal y la enterorragia.
Tiene una incidencia estacional, por lo que registra un aumento de casos a partir del mes de mayo, con pico máximo en julio y agosto y una declinación a partir de septiembre.
La fiebre paratifoidea es similar a la tifoidea pero, en general, tiene un curso más benigno y está causada por la infección de la bacteria Salmonella Paratyphi.
La causa de la fiebre tifoidea es la infección por la bacteria Salmonella Typhi, mientras que la fiebre paratifoidea está causada por la infección por Salmonella Paratyphi.
La infección se adquiere al ingerir agua o alimentos contaminados por estas bacterias por las heces de enfermos o portadores de la infección (transmisión fecal-oral)”.
Las bebidas y los alimentos que con más frecuencia pueden estar contaminados por la bacteria son:
Los síntomas de la fiebre tifoidea pueden oscilar desde manifestaciones leves hasta síntomas muy graves que, incluso, pueden causar la muerte. Inicialmente hay un periodo de incubación de entre una y seis semanas.
Los síntomas se caracterizan por:
También es frecuente la hepatoesplenomegalia (aumento del tamaño del hígado y del bazo), en algunos casos también aparece una erupción cutánea de manchas planas de color rosa. La diarrea, típica de la infecciones por el resto de serotipos de Salmonella (las conocidas salmonelosis), es poco frecuente en la fiebre tifoidea.
Aun cuando los síntomas y la historia de la enfermedad de la persona pueden sugerir fiebre tifoidea, el diagnóstico debe ser confirmado.
La fiebre tifoidea y paratifoidea se diagnostican por cultivo bacteriano. La bacteria se aísla habitualmente en la sangre del paciente infectado, aunque también se puede cultivar en otras muestras como las heces, bilis o la medula ósea, entre otros.
Para que el diagnóstico de la enfermedad sea concluyente los pacientes tienen que realizarse pruebas. Las más recomendables son el hemocultivo y el coprocultivo.
El tratamiento de la fiebre tifoidea debe seguirse siempre bajo supervisión médica. Además de las medidas generales que incluyen una adecuada nutrición e hidratación se debe seguir un tratamiento específico con antibióticos. Normalmente se utilizan fármacos como las fluoroquinolonas, las cefalosporinas de tercera generación o las azitromicinas.
Mientras que para eliminar el estado de portador se utiliza principalmente ciprofloxacino, otras alternativas son el trimetropin con sulfametoxazol, amoxicilina y ampicilina.
La convalecencia puede durar varios meses, pero los antibióticos disminuyen la gravedad y las complicaciones de la fiebre tifoidea, así como la duración de los síntomas.
No ingerir agua o alimentos contaminados con la bacteria. Es necesario beber agua potable y alimentos libres de la bacteria o bien cocinados, ya que el calor destruye estos microorganismos.
Las medidas individuales son fundamentales:
La otra manera de prevenir la tifoidea es mediante la vacunación. Hay dos tipos de vacunas frente a la fiebre tifoidea, una oral y otra inyectable. La protección que confieren no es permanente, por lo que se recomienda volverse a vacunar una vez que hayan transcurrido tres años después de la última vacuna y si se ha viajado a países donde la enfermedad es endémica.
Cuida tu Salud y la de quienes más quieres y no olvides acudir a tu médico en caso de padecer alguno de los síntomas antes descritos. ¡CUÍDATE!
Epidemiología en CHRISTUS MUGUERZA Hospital Saltillo
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