La Apnea Obstructiva del Sueño es el más frecuente de los trastornos respiratorios que se producen al dormir. Afecta a niños y a adultos. En condiciones normales, los músculos de la parte superior de la garganta permiten el paso del aire hacia los pulmones. Estos músculos se relajan durante el sueño, pero el paso permanece abierto. En algunas personas este pasaje es más estrecho y, durante el sueño, la relajación de estos músculos hace que el pasaje se cierre y el aire no puede llegar a los pulmones. Una de las primeras manifestaciones de esta dificultad del aire para pasar son los ronquidos fuertes y al presentar una obstrucción total, hay dificultad para respirar.
Durante el sueño profundo, la respiración puede detenerse por algunos segundos, estos períodos de falta de respiración se conocen como apneas. Después de una apnea el paciente hará intentos desesperados por volver a respirar, incluso puede despertarse agitado. Los pacientes no duermen bien pues su sueño es fragmentado, no descansan lo suficiente y por la mañana pueden sentirse adormilados, esto se conoce como somnolencia diurna. Esta somnolencia es peligrosa, sobre todo si la persona maneja automóvil o maquinaria, algunos pacientes pueden quedarse dormidos por un momento y causar un accidente.
Según estudios recientes las personas con obesidad y del género masculino, tienen un riesgo más alto de padecer trastornos del sueño. También se documenta que personas con obstrucción nasal, vía respiratoria estrecha y deformaciones en el paladar y maxilar también pueden padecer apnea del sueño. Hay otros factores externos como el consumo de alcohol o sedantes antes de dormir. Otros factores son: Alergias, pólipos, amígdalas crecidas, hipotiroidismo, presión alta o enfermedades cardiacas.
Existen 3 tipos de apnea del sueño:
Los principales síntomas son:
La mejor manera de prevenir este padecimiento es tratar de mantener un peso normal y no ingerir bebidas alcohólicas o sedantes antes de dormir. Haga ejercicio y evite fumar.